EL ARTISTA


-Tú sólo intenta no comportarte como un gilipollas, Marcos. Tampoco creo que sea mucho pedir… -dice sin sacar la vista de la puerta de entrada.
-¿Qué pasa contigo? ¡Claro que no voy a comportarme como un gilipollas! ¿Cuándo lo he sido?
-Te conozco… Eres un maldito neurótico. ¡Y vamos a dejar el tema ya porque ese hombre puede llegar en cualquier momento! Y yo sólo te recuerdo –dice ahora bajando la voz- que ese hombre se ha gastado un dineral en tus esculturas. A lo mejor lo has olvidado…
-Claro que no lo he olvidado –contesta él en el mismo tono bajo-. Por eso mismo todo esto me parece un poco un poco inquietante, no lo…
-No, ¿qué? –contesta interrumpiéndole su representante, que ahora habla, sin darse cuenta, en un tono demasiado alto- No, ¿qué?
-Tranquilo, no grites –contesta él, volviendo a bajar la voz-. Es sólo que me parece un poco raro que no sepa nada de mí… Que no haya leído o escuchado nada…
-Pues claro que sabrá de ti. ¿Cuál es el problema?
-Tiene que conocer lo de mi obsesión… He dicho millones de veces que creo monstruos, que mis obras son monstruos. Tiene que saberlo… A poco que haya leído de mí... Es algo que repito siempre, lo sabes perfectamente, Paco -Marcos ha empezado a dar pequeños toques con la punta del pie derecho en el suelo mientras habla.
-Ya… ¿Y cuál es el problema? -contesta Paco tratando de fingir que no sabe a dónde quiere llegar.
-Nos han dicho que el hombre tiene esa enfermedad… ¿Cómo se llamaba, Paco? ¿Cómo carajo se llamaba? –dice ahora en un tono aún más bajo.
-No sé. Yo tampoco lo recuerdo Marcos. ¿Qué importa eso? –miente él-. Vamos a dejar el tema, te lo pido por favor...
-¡Acromegalia! Eso es, ¡acromegalia! –dice casi susurrando.
-Virgen santa... –su representante menea la cabeza y resopla-. Muy bien Marcos. Muy bien. Chico listo, buena memoria. Pero cállate la boca, por favor…
-Por lo que me han contado -continua diciendo éste sin hacer el menor caso- el hombre no ha podido curarse. Al parecer tiene las orejas, la nariz y las mandíbulas de un tamaño terrorífico… Me estoy poniendo nervioso solo de pensarlo… ¡Y las manos, también las manos! ¿De verdad no piensas que esta reunión pueda esconder algún tipo de finalidad oscura? Quizás solo busque darme un escarmiento. A lo mejor…
-A lo mejor, ¿qué?, Marcos. A lo mejor, ¿qué?
La conversación se corta de golpe. El hombre al que están esperando, su reciente comprador, está ya en la entrada. Los dos se levantan casi a un tiempo para recibirle, desde donde están pueden ver al recién llegado con claridad. A Marcos han empezado a temblarle las piernas y está sudando.
- Soy Antonio Marín -dice el hombre sonriendo cuando ya se encuentra frente a ellos-.  Es un gusto conocerles.
El hombre habla mientras mantiene ambas manos en los bolsillos y les saluda simplemente con un gesto de cabeza, detalle que el artista le agradecerá interna y muy sinceramente.
-A Marcos ya le conoce, yo soy Paco. Estamos encantados de recibirle. Trabajo con Marcos desde hace no sé ni cuántos años… -dice el representante mientras los dos responden a su saludo con un idéntico gesto de cabeza.
Los tres se sientan y ahora el comprador está situado frente a Marcos, a una distancia que a él le está resultando difícil digerir.
-He leído mucho sobre usted y su obra, le admiro profundamente.
Marcos, que ha contestado con un parco “gracias”, mantiene los ojos muy abiertos y está palideciendo por momentos. Por más empeño que pone, no logra parar de medir mentalmente las distintas partes de su cara. Las orejas, la nariz y la boca, calcula, tendrán aproximadamente un tamaño una vez y media, quizá dos, del tamaño que podría considerarse normal.
El hombre continua hablando y ahora ha empezado a explicarles lo difícil que ha sido para él decidirse por unas obras y no otras. Buscando halagar al autor, se explaya además en el porqué de haber escogido éstas en concreto. Apenas lleva un minuto hablando cuando se da cuenta de que Marcos no le saca ojo y de que está prácticamente blanco, por lo que se interrumpe para decir:
-¿Se encuentra bien? Le noto incómodo… A lo mejor esto no ha sido una buena idea. No pretendía importunarle… -Marcos sigue mudo-. Sé que le angustia la desproporción –continua diciendo-, recuerdo haber leído en alguna parte que casi era una fobia, pero… No pensé que podría… Sabe…, esas figuras suyas donde únicamente algunas partes están totalmente fuera de escala: una mano, o un pie, los ojos…, donde sólo unos pocos elementos son pequeñísimos o enormes dentro de un todo perfectamente proporcionado... Creo que son figuras bellísimas… En realidad, si soy completamente sincero, le diré que siento una mezcla de atracción y temor. Pero lamento que… Lamento mucho haberle hecho sentir violento… Lo siento, lo siento mucho... -dice por último juntando las manos en señal de perdón, mientras Marcos acaba de perder todo el color en la cara.
-Tiene que disculparme, creo que necesito salir un momento -contesta mientras se echa las manos al pecho y respira de forma exagerada.

Comentarios

Entradas populares