viernes, 15 de febrero de 2019

HOSTAL OMONIA


Ahmed espera sentado, tiene las manos y los brazos apoyados sobre el viejo sillón y la vista clavada en la pared. Todavía no se ha dado cuenta pero muy cerca de él, sentado sobre la cama, está su hermano Fadil mirándole. Éste tiene diez años más que Ahmed, por lo que tras la muerte de los padres de ambos se ha encargado de cuidarle. Tras la suya propia ha ido a verle casi cada día, al igual que hoy.

El hombre al que Ahmed ha acompañado al hostal lleva en el baño apenas unos minutos cuando vuelve a salir para recuperar su  teléfono olvidado sobre la mesilla. Al encontrarse al niño ensimismado y prácticamente inmóvil, se le ocurre que puede ser una buena idea poner algo en la tele. Se coloca entre el televisor y Ahmed para cambiar de canal mientras el niño observa perplejo como sus calzoncillos color plata brillante compiten en fulgor con la pantalla.
—Son la última moda en Europa
dice Fadil en voz baja y muy serio mientras le señala al hombre el culo.
Al escucharlo, Ahmed se gira sorprendido para mirarle. Los dos ríen y cuando el hombre se da la vuelta, pese a los esfuerzos del niño por mantenerse serio, este se lo encuentra sonriendo con los ojos muy abiertos. Atribuye el mérito de la repentina alegría a su idea, y después de darle un par de manotazos cariñosos en la pierna vuelve a entrar al baño.

—¡Qué ganas tenía de verte! —dice Fadil abrazando y besando en la cabeza a su hermano.
—Y yo a ti..., pero eres un idiota —contesta el niño sonriendo.
—Tienes que pedirle a ese hombre que te compre unos calzoncillos iguales a los suyo —continua diciendo Fadil mientras asiente con la cabeza—. Son verdaderamente bonitos...

 


jueves, 7 de febrero de 2019

MICHAEL


—Hay cosas que no te he dicho nunca —dice mientras el chaval que mantiene fija la vista en el móvil, parece no estar escuchándole ni dándose cuenta de absolutamente nada de lo que pasa a su alrededor.

—Sé que al principio te dolía mucho —continua el hombre—. Sí, tú lo interpretabas como falta de confianza. Pero lo hice…, lo hice porque te admiro y te aprecio. No quiero recelos entre nosotros. En este momento... —sin dejar que termine la frase el joven se levanta del banco, aparta apenas unos segundos la vista del móvil para dedicarle una mirada de desprecio y comienza a caminar alejándose y dejándole que hable solo mientras termina la frase.

 

A pocos metros y en esa dirección, pasea una anciana que no ha perdido detalle de la escena. Al llegar al banco se encuentra al hombre ya en silencio, con los ojos puestos en el suelo y la frente apoyada sobre las manos.

—Adolescentes… —dice mientras sonríe y se sienta su lado ayudándose de un bastón.

Ha conseguido que el hombre levante la mirada de nuevo. La observa mientras se sienta y espera a que esté acomodada para contestar.

—Tienes que reemplazarme. Toma el mando —responde él.

La anciana se gira para mirarle y cuando lo hace el hombre puede verse el gesto duro reflejado en los cristales de sus gafas de sol.

—Si lo que ahora tengo en la cabeza se confirma, me iré de aquí esta noche. Te doy plenos poderes, sobre Fredo y sus hombres, Rocco, Neri, todos —continúa diciendo—. Y por supuesto, te confío las vidas de mi mujer y mis hijos, el futuro de mi familia…

La mujer aparta la vista, se ajusta la pelliza y contesta mientras abraza con fuerza el bolso:

—Van a cerrarme el supermercado…

—¡No les cogeremos! —replica él  mientras la mujer se levanta prácticamente de un salto y le dice adiós con la mano—. O mucho me equivoco o ya les han liquidado. Se los cargó alguien próximo a nosotros. De dentro, muy muy asustado por el fracaso…

 


091

4º izquierda de la calle Parla nº 20. 19:02 del 12 abril Al llegar al rellano todo está en silencio. No encuentran ningún timbre, por lo que...